Colegio de los Jesuitas

De los seis a los dieciocho años he cursado mi educación obligatoria en esta institución educativa. Hace unos años me leí un libro sobre los Jesuitas porque me parecía increíble que no supiese nada de su historia, habiendo sido una de las instituciones más importantes del mundo en el ámbito de la educación. Lo cierto es que después de leerlo me quedé casi igual que antes de haberlo empezado, porque el libro únicamente hacía un repaso por los momentos más significativos de la Compañía sin hablar del sentido profundo de la misma. Así que me conformaré con dar mi opinión sobre qué he aprendido estudiando con ellos. Si tuviese que resumir en tres conceptos la educación que he recibido serían disciplina, respeto y cultura. Me resulta muy curioso pensar ahora que estos tres conceptos me han acompañado en todas las siguientes fases de mi vida con mayor o menor suerte, como descubrirás más adelante. Recuerdo haber entrado al colegio con seis años lleno de energía y un poco asilvestrado pero poco a poco fui cogiendo ritmo curso a curso hasta convertirme en un estudiante notable. Siempre he estado interesado por las disciplinas de ciencias llegando a ser bastante competente en algunas de ellas como la física o las matemáticas. También formé parte durante cinco años del equipo de futbol, destacando en los últimos años. Mientras escribo estas lineas me estoy percatando que en muchas disciplinas he comenzado desde la mediocridad llegando poco a poco a ser virtuoso, para después pasar a otra cosa. Es posible que me guste profundizar en grandes aspectos de las actividades humanas hasta que consigo una destreza tal que me permita comprenderlas en profundidad y después salto a otra actividad para hacer lo propio. En esta época de mi vida también asistí a clases de pintura con verdaderos pintores y música con verdaderos músicos, llegando a tocar el saxofón durante cuatro años. Ahora mismo ya no sé pintar ni tocar ningún instrumento pero las clases a las que asistí me ayudaron para formarme en estas disciplinas y tener un interés que he mantenido hasta nuestros días; siendo sensible a la música, la pintura y todo tipo de experiencias estéticas. También recuerdo que las clases que más odiaba eran las de inglés. No sé por qué pero no me cayeron nada bien esas clases, me preguntaba para qué demonios tenía que aprender yo una nueva lengua cuando ya hablaba una y no me servía para comprender el mundo que me rodeaba. Aún así me dediqué con ahínco al inglés y, a pesar de ser incapaz de hablar nada ni comprender la lengua, conseguí cimentar un conocimiento extenso del vocabulario que me ha ayudado cuando más adelante sí me he percatado de que el inglés es muy útil para comprender el mundo que me rodea. Cuando acabé el periodo de educación obligatoria a los dieciocho años no tenía ni la menor idea de qué debería estudiar en la Universidad, así que me fui a Ingeniería Industrial porque sonaba interesante. Finalmente la búsqueda de sentido hizo su aparición de nuevo en mi vida, forzando a dejar los estudios de Ingeniería en el primer año para pasarme a Filosofía. Visto esta decisión con retrospectiva creo que me hubiese ido mejor si hubiese escogido alguna disciplina más pura como Física, Matemáticas o Diseño, aunque ciertamente la Filosofía también cubrió mis expectativas.

Facultad de Filosofía

Recordarás del anterior apartado cuando hablé de los tres conceptos de disciplina, respeto y cultura. Pues bien, en esta fase de mi vida me deshice del primero para quedarme únicamente con el respeto y la cultura. Puedo afirmar que durante esta época de mi vida perdí por completo toda capacidad para ser disciplinado en mis estudios y en general en todas las facetas de mi vida. Los motivos para esta gran perdida todavía son un misterio para mí aunque poco a poco he logrado iluminar las razones que había detrás. En la Facultad de Filosofía fui un alumno mediocre en las notas y los trabajos, repitiendo algún curso; llegando un momento en que tenía asignaturas de todos los cursos como si de una ensalada de filosofía se tratase. La verdad es que la situación era desesperante pero no me llevó a la desesperación total porque el empeño y la determinación me ayudaron a acabar la licenciatura. Lo curioso de esta situación es que, estando mis asignaturas desparramadas en todos los cursos, me ayudó para conocer a alumnos de todos los cursos y salirme por completo de la idea de que debía pertenecer únicamente a un grupo. En realidad la parte más gratificante de mi dejadez en el concepto de disciplina fue la de conocer a gran parte de la Facultad y hacer buenas amistades con alumnos de todas las edades; mi circulo social se amplió enormemente desde alumnos de dieciocho años hasta ochenta años. Leyendo esto puede parecer que me interesó todo menos estudiar filosofía pero no es para nada cierto, siempre estuve estudiando, leyendo y hablando de filosofía aunque fuese un desastre para estudiar las materias que debía aprobar. Ahora que me estoy leyendo me doy cuenta que me comporté como un filosofo errante al estilo de Sócrates, hablando con todo el mundo y profundizando en los temas más diversos. En esta época saboreé lo que significa salirse de la sociedad y mantener una postura independiente. Estaba claro que, aunque no lo supiese, mis valores se estaban alejando del camino que se esperaba de mí. Cuando todo parecía negro y espeso, la iluminación y cierto grado de disciplina vino en mi ayuda los últimos años. Conseguí sacarme el equivalente a dos cursos en un año y me fui el siguiente año a hacer el Erasmus a Lisboa. El Erasmus, para aquellos que no lo conozcan, es un programa europeo que te permite estudiar un año universitario en otra facultad de Europa con el que haya un convenio, yo elegí Lisboa. Esta salida al extranjero me ayudó enormemente en mi asignatura pendiente con los idiomas, siendo capaz en un año de hablar razonablemente portugués e inglés (algo inaudito para mí). De Lisboa me llevé una feliz amistad con una portuguesa con la que aún estamos en contacto y que gracias a ella he perfeccionado durante esta última década mi portugués. Este impulso que me dio la llegada de la disciplina a mi vida no lo desaproveché y me fui a Oviedo a hacer un Master en Filosofía Contemporánea. De mi época de estudiante de Filosofía, este último año fue el que más aplicado estuve, sacando todas las asignaturas con buena nota y haciendo un Trabajo Fin de Master del que estoy orgulloso.  En el aspecto laboral no tengo nada relevante que señalar de esta época más allá de que realicé todo tipo de trabajos de corta duración en empresas de trabajo temporal, desde poner carteles en las calles, pasando por trabajo en fábrica o camarero. De mi época post-Master destacar que fui finalista en un concurso de elevator speech a nivel nacional en Portugal. Este concurso consistía en presentarte como candidato ante un plantel de profesionales de primer orden mediante un discurso oral extremadamente breve de unos dos minutos. La verdad es que esta experiencia me valió para darme cierta confianza en mis habilidades para comunicar públicamente de manera efectiva. A día de hoy me sigue encantando la comunicación aunque reconozco que soy algo vergonzoso para hablar en público. A raíz de este concurso de elevator speech conseguí hacer unas prácticas en una consultoría de tendencias de consumo en Lisboa que se dedicaba a asesorar a grandes empresas sobre las tendencias sociales a tener en cuenta. El concurso mencionado, las prácticas, mi Trabajo Fin de Master sobre el exceso de información y mi interés por estar en el presente (y el futuro) allanaron el camino para mi siguiente paso vital en una empresa que resume todos los valores asociados a la modernidad y el buen hacer.

Apple Store

He trabajado para Apple en una de sus tiendas oficiales durante siete años. Mi sección era Apple Retail y básicamente esta subdivisión se compone del grueso de los empleados de Apple repartidos por todo el mundo trabajando la mayor parte en las tiendas y unos pocos en oficinas. La otra gran sección de Apple es Apple Corporate, que es donde trabajan aquellos que se dedican al desarrollo de productos, dirección y gestión; la mayor parte de estos trabajadores están en las oficinas de Estados Unidos y algunos pocos repartidos por todo el mundo. Trabajar para Apple ha sido para mí una experiencia comparable a las anteriores descritas, formándome personal y profesionalmente. Siete años son suficientes para que el ADN de esta empresa se haya fusionado con el mío haciendo que mis estándares de excelencia, atención al detalle y disciplina en el trabajo lleguen a cotas que rozan lo patológico. Si recuerdas los tres conceptos clave con los que definía mis fases en la vida (disciplina, respeto y cultura) diré que en esta fase dejé olvidada la cultura para centrarme en la disciplina y el respeto. Durante estos siete años he dejado descansar mi parte cultural leyendo muy pocos libros e interesándome bastante poco por mi ilustración cultural. Esencialmente me he dedicado a trabajar duro, aprender mucho del trato excelente con los clientes, ser en extremo cuidadoso con los detalles, aprender a gestionar a un equipo de compañeros y a ahorrar una pequeña suma de dinero que posteriormente lo invertí al completo en la siguiente fase de mi vida que podrás leer a continuación. Mi función en Apple era la de especialista , que es como se denomina a los vendedores de más bajo rango dentro de la empresa. Los especialistas son a Apple lo que la infantería es al ejercito, es decir, la fuerza desplegada sobre el terreno en primera linea de combate. Lo cierto es que probablemente sea este puesto, a pesar de estar abajo en la escala de mando, uno de los que más te pueden aportar en esta empresa a nivel personal porque estar en contacto con el público profano requiere grandes dosis comunicativas y sobre todo tener muy claro cuales son los valores de la compañía. La otra labor que realicé en paralelo en mi tienda fue la del puesto de point donde me convertí en un referente entre mis compañeros. El puesto de point es comparable al de ser el capitán de un equipo de futbol. Mi labor fue la de gestionar los flujos de trabajo entre los clientes y mis compañeros en tiempo real haciendo que todo funcionase como un reloj. Mi objetivo en este puesto siempre fue el de conseguir un equilibrio entre la satisfacción, eficiencia y eficacia de mis compañeros y que el cliente estuviese siempre arropado ofreciéndole un clima de tranquilidad y excelencia en los procesos. En realidad estuve haciendo labores de liderazgo y siempre me sentí reconocido por todos mis compañeros. Lo cierto es que no tengo nada que reprochar a esta compañía. Una de las características más relevantes que yo destacaría de esta empresa es el respeto que profesa por todos sus empleados. En Apple aprendí una valiosa lección para el resto de mi vida: Si las cosas se hacen bien, salen bien; pero es sumamente difícil hacerlas realmente bien, para ello es preciso grandes dosis de inteligencia, respeto y disciplina. Esta fase de mi vida fue combinada en exclusividad con la relación que mantenía con mi amiga portuguesa de la que hablé con anterioridad. Mi vida estos siete años estuvo a medio camino entre mi ciudad y Lisboa; trabajaba en mi ciudad pero las vivencias más personales las vivía en Lisboa. Esta situación polarizada entre dos países, dos lenguas y dos vidas también me ayudó a habituarme a entornos complejos a nivel profesional y personal. Obviamente mis destrezas en la lengua portuguesa alcanzaron un nivel prácticamente de bilingüismo, aunque a día de hoy puedo decir que no soy tan diestro hablando portugués aunque sí que lo entiendo a la perfección; hay cosas que no se olvidan. Esta fase de mi vida llegó a su fin cuando sentí que necesitaba vivir la vida de una forma más intensa y volver a reencontrarme conmigo mismo. La búsqueda de sentido volvía a aparecer en mi vida y estaba preparado para ello. Después de un fugaz paso por la empresa americana de deportes Foot Locker me decidí a emprender un nuevo episodio en mi vida donde estaba decidido a vivir la aventura.

Camino De Santiago

Quién me iba a decir a mí que iba a acabar caminando, viendo, viviendo y conociendo tanto en estos últimos años desde que dejé Apple. Para ser sincero no tenía ni la menor idea de qué iba a hacer con mi vida cuando decidí dejar Apple. Dejar una empresa de ese calibre es básicamente como dejar un trabajo garantizado casi de por vida con un buen salario y buenas condiciones. Comúnmente se entiende que hacer algo así es como un suicidio laboral y más teniendo en cuenta que lo dejaba todo sin haber cogido nada previamente; en resumen, me lancé a la aventura. En el fondo sí que sabía a donde quería llegar pero no sabía por dónde. A lo largo de mi vida adulta siempre he sentido que estaba un poco fuera de lugar allá donde he ido; no he sido nunca antisocial sino más bien lo contrario, siempre he sido muy sociable pero nunca he encontrado un lugar donde quedarme “para siempre”. Escribiendo estas palabras me estoy dando cuenta que ese lugar es uno mismo. He vivido la mayor parte de mi vida de espaldas a mí mismo y estos Caminos que he hecho al final no son ni más ni menos que una búsqueda interior.  En todo aquello con lo que me comprometo me sumerjo hasta lo más profundo y esta no podía ser la excepción. Después de dejar Apple me fui de mochilero viajando dos meses a diferentes ciudades de España y Europa pero me supo a poco. Al final llegaba a una ciudad, veía cosas, conocía a gente pero el enlace entre un lugar y otro se perdía en el avión, dejando un regusto de sinsentido a su paso. Finalmente se me vino a la mente que por qué no iba caminando entre una ciudad y otra, de esta manera podría vivir la experiencia al completo y no por partes. Aquí es donde descubrí que el milenario Camino de Santiago me ofrecía el desarrollo de todo aquello que siempre había hecho. Volviendo a los tres conceptos que he señalado en las otras fases de mi vida, puedo asegurar que he vuelto a poner en práctica la disciplina, el respeto y la cultura, nuevamente todos ellos a la vez y, de forma inesperada, he añadido uno más: el autoconocimiento. En la sección peregrinaciones de esta página personal podrás leer la crónica de todos los Caminos que he hecho desde mi primer Camino de Santiago pasando por las grandes aventuras por los Pirineos y finalmente mi Gran Obra, que he llamado La Peregrinación donde he caminado por media Europa con mi mochila y la tienda de campaña. He pasado en tres años de ser un peregrino novel a convertirme en un caminante experimentado, haciendo gala de mi habitual cabezonería y determinación por llegar siempre más allá. He tenido la grandísima oportunidad de perfeccionar mi nivel en la lengua inglesa durante estos años, si bien no me ha llevado a un nivel avanzado si que he alcanzado una habilidad más que suficiente para sentirme cómodo hablando durante horas en un inglés básico pero suficiente para hacerme entender. La dedicación de caminante requiere de grandes dosis de disciplina, pues eres tú mismo el que se tiene que proveer de todo y además cargar con ello; aquí la idea romántica del viajero que se deja llevar sin organización no aplica. El respeto es absolutamente esencial porque todos los días tienes que tratar con personas ajenas a tu vida que, por supuesto, no tienen por que entender que estás agotado, desnutrido, cansado, enfadado o desmotivado; las buenas palabras y la paciencia son el ingrediente esencial en la comunicación del caminante. La cultura merecería un apartado exclusivo por la extensión y profundidad de los lugares en los que he estado y pasado; no es lo mismo leer libros de historia que caminar con veinte kilos a la espalda hacia aquellos lugares llenos de poder y magia; las palabras sobran, la historia se hace viva. Pero el resultado de llevar estos tres conceptos a un nuevo nivel ha supuesto la llegada de uno nuevo: el autoconocimiento. Ahora soy más consciente de mis debilidades pero también de mis fortalezas, de aquello que aporta a mi vida y de qué debería huir. También he aprendido que los estoicos tenían razón pues todo está dentro de uno mismo y no se puede encontrar fuera lo que no se tiene dentro. Esta fase está llegando a su fin y no tengo un plan definido para la siguiente, pero si tienes alguna idea que compartir conmigo  estaré encantado de  escucharla y, quién sabe, quizás podamos trabajar en ella juntos.

Prólogo

Si has leído mis crónicas de las peregrinaciones que he hecho ya te habrás percatado de que soy muy poco dado al lenguaje pomposo y artificial. Bien al contrario me gusta ser directo y no por ello menos atento a la precisión en la comunicación de los puntos esenciales del discurso. Este Curriculum Vitae pretende ser una presentación de aquellos factores que a nivel público puedo decir que más me han formado. A nivel personal hay muchas otras situaciones que me han construido pero este no es el lugar para mostrarlas. El porqué de este tipo de Curriculum Vitae es bien sencillo; no considero que en el formato tradicional sea capaz de mostrar quién soy o qué puedo realmente aportar a aquellos con los que podría trabajar o colaborar. La primera razón es porque no tengo una dilatada experiencia en ningún campo, mi experiencia laboral es bastante breve para los años que tengo y mi formación académica no es extensa en títulos o reconocimientos;  teniendo un valor de mercado poco definido. Bien es cierto que he tenido la oportunidad de crecer tanto en el ámbito profesional como en el académico y si no lo he hecho ha sido únicamente por mi falta de deseo, nadie me lo ha impedido. Siempre he sido una persona extremadamente responsable en todo aquello en lo que me he comprometido, detallista y trabajadora. Como ya habrás podido comprobar, tampoco soy muy amigo de mostrar sólo mi mejor cara; me destapo pero también hago lo propio con aquellos que me rodean. Teniendo esto en cuenta se podría pensar que no tengo muchos amigos pero sucede justo lo contrario; supongo que el hecho de ser de carácter alegre y sociable hace que las personas que me rodean se sientan ante una oportunidad de oro para descubrir en compañía aquellos puntos de vista menos evidentes. Considero que a grandes rasgos en este texto podrás deducir con meridiana claridad quién soy y qué he hecho en mi vida hasta ahora. Por último quiero mencionar que, al igual que en mis crónicas de las peregrinaciones, no voy a revisar lo que he escrito más allá que para corregir los errores gramaticales; lo que estás leyendo no es lo primero que me viene a la mente, quizás sea lo segundo o como mucho lo tercero. Esto lo hago así porque confío en que no hay mejor forma de mostrarse que desde la naturalidad, sin vueltas ni artificios.


Epílogo

Espero que este Curriculum Vitae en prosa haya sido de tu agrado o al menos te haya resultado sugerente. Como habrás observado no hay en él una abultada lista de títulos, publicaciones, conferencias o puestos laborales de gran relevancia. Por supuesto que todos esos méritos habrían sido bienvenidos, pero para ello no solo vale con quererlos sino también hay que merecerlos. Son pocas cosas las que tengo en mi haber pero todas ellas han sido vividas e interiorizadas en profundidad; las conservo como la más valiosa de mis joyas. La búsqueda de sentido ha hecho que muchas veces me haya perdido en los detalles pero también me ha dado un conocimiento profundo y extenso de todo aquello en lo que me he comprometido. Ahora que estoy releyendo el texto me he percatado de una peculiaridad; en el prólogo he dicho que no iba a revisar más de tres veces el texto porque valoro la comunicación improvisada y así ha sido, pero me resulta interesante también señalar que haciendo esta página web he procurado dejar todo “perfecto”. He perdido la cuenta de las veces que he revisado, rehecho y repensado cada detalle de esta página web que sería digna tanto de Apolo como de Dionisios

Curriculum Vitae

Alberto Moradillo

alberto.moradillo@gmail.com

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